A lo que iba, la noticia en cuestión. Pero, ¿estuvo Banksy o no? A mi sinceramente me da lo mismo. Lo que más me ha llamado la atención ha sido lo siguiente:
Alberto Rodríguez, concejal de Mantenimiento del Ayuntamiento de San Sebastián señala que «con todo el respeto a la cultura, no podemos dejar unas pintadas sí otras no. Evidentemente, se van retirando primero las que afean la ciudad y luego las demás pero ésta también será retirada».¿En serio? Os aseguro que debajo de mi casa ha perdurado la misma pintada durante años y a nadie ha parecido molestarle. Así decía: "VIVE CAGANDO BLANDO". Entre absurda y cómica, ha visto pasar los años entre días de sol y lluvia. Supongo que es lo que pasa cuando vives en un barrio obrero dejado de la mano de dios. Uy perdón... quise decir, dejado de la mano de Odón.
Hablando de Banksy y Odón. En la bonita mañana del 22 de septiembre también se pudo leer lo siguiente en la web Donostia.org: El street-art toma las calles de San Sebastián. A ver, ¿pero nos estamos volviendo tontos o qué? Desde que la ciudad se presenta a Ciudad Europea de la Cultura se está dando una imagen que no es real. Lo que se está haciendo es un trabajo de chapa y pintura, pero no de fondo. Se está vendiendo un producto que no es real; es evidente que han usado el marketing viral que ha creado el documental Exit through the gift shop, para venderse un poco más y dar una imagen joven e innovadora. Como ya ocurriera con otros movimientos sociales, no han captado la idea. Han cogido la estética pero no el mensaje. Esto va de quejarse, de no quedarse de brazos cruzados y alzar la voz. Va de protestar en cualquier sitio, con gusto, y con un lenguaje visual afilado y brillante (como la calva de Odón...)
No dudo de que la ciudad haya mejorado positivamente en los últimos años, pero no hay que darse palmaditas en la espalda. Hay que ser críticos y realistas. Y la realidad es que, mientras cientos de personas no disciernen y creen que Donostia se merece ser Capital Europea de la Cultura "porque sí", otros tantos se frotan las manos sin importarles tal cultura, sino los beneficios económicos que le supondrá para su bolsillo. Y así nos luce el pelo.
